11.

Casas abandonadas. Habitadas sólo por fantasmas atentos, perpetuos y enrevesados. Entre las paredes, entre las columnas, por los pasillos, desde las grietas. Sus voces inundan los pisos, su tacto humedece las paredes. Su cuerpo está ausente, pero pesa. El velo se corre, por momentos. La casa se cierra por dentro, encerrados estamos, con ellos, con nosotros mismos. 

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