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Mostrando las entradas de diciembre, 2021

Anotaciones en Libretas II

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CONVERSACIÓN  - … ¿Sabias? Estar enamorado se parece mucho a componer una canción, a escribir: Nos expone, nos desnuda, nos enfrenta a quienes somos. Una vez y para siempre.  - Estar enamorado para mí es más parecido a morirse, perdón que te diga.   CASCADA Sumergirse es empezar. A veces, a mirar el vacío. A veces, empezar a incendiar. Algo se configurará después, algo resurgirá, algo nos atropellará y arrastrará como una cascada. Solo espero que me lleve cerca de tu casa, solo espero que estés despierta cuando te llame, y si no vivieses más ahí, si solo quedarán paredes desnudas y pisos en silencio. . . solo espero que recuerdes: Sumergirse es empezar. Te deseo que empieces.  RELAMPAGOS De niño creía que podía atrapar relámpagos con la punta de los dedos mientras cruzaban la ventana de mi cuarto. Una vez intenté pedalear mi bicicleta hasta llegar al cielo, quería encontrar la casa de estos relámpagos. Pero la bicicleta se descompuso, caímos los dos, desarmados....

Anotaciones en Libretas

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Antorcha A veces el ejercicio de vivir me resulta agotador, profundamente sin sentido.  Sin embargo, el lápiz permanece allí: Antorcha al futuro.  Nombre Me enamoré del sonido de nuestros nombres intercambiándose, Mientras discutimos asuntos irrelevantes en la cocina. Me cautiva la entonación, la textura, el peso de tu voz Nombrándome, atrayéndome. Me gusta tanto que digas mi nombre Antes de reírte.  Paisaje Carla llegó con el fin de la década del ochenta. Tiene treinta y dos años. Ojos profundos, soleados, sonrientes. Carla tiene el pelo oscuro, no usa aritos - los abandonó en la secundaria - pero luce un piercing en la nariz. Tiene amigas, sus super heroínas personales, excepto esa amiga del jardín de infantes que se encaró a su novio en una fiesta: Nunca más hablaron. Tiene acomodados sus libros por colores, dos tazas de cerámica de color rosa pastel. Se acuesta de madrugada y detesta levantarse temprano. Trabaja en una empresa de marketing. Prefiere leer, prefiere la ...

La Espera

Martes. 21.34 horas. Otoño. Noche abierta, viento leve, constante. Recibo un mensaje: '¿Estas?' Te espero en la escalera. Paso las llaves de una mano a la otra. Se configura tu silueta en el vidrio. Te dejo entrar. Te sujeto del cuello. Te beso despacio. Bajo mi mano. Siento tu respiración. Te masturbo lentamente. Acabas abrazándome. Siento tu respiración. Subís la escalera. Te contemplo. Reís magnifica. Te desnudas en la cocina. Abro los ojos. Martes. 21.38 horas. Otoño. Noche abierta, viento leve, constante. Espero un mensaje, un mensaje que nunca llega. 

Parque Florentino Ameghino

En Parque Patricios, sobre la avenida Caseros, se ubica el Parque Florentino Ameghino. Me dispongo a escribir sentado en un banco, observado por una estatua que funciona como recuerdo de quienes 'cayeron victimas del deber en la epidemia de la fiebre amarilla'. Este espacio donde jóvenes cruzan el cemento hablándole a sus celulares, donde una señorita pasea a su perro, donde algunas palomas se alimentan, este espacio donde la vida es, no siempre estuvo así, no de esta forma.  Esta porción de tierra, mucho antes de que aquellos dos niños salten de un lado al otro, mientras una madre intenta sin éxito calmarlos, fue un cementerio. Se inauguró en 1867, luego de que el predio fuera adquirido por el entonces municipio de Buenos Aires. Y siguió funcionando por largos años como el cementerio publico del sud, hasta que fue clausurado en 1872, luego de recibir un numero impresionante de cuerpos a causa de la fiebre amarilla.  Vuelvo a mirar el monumento, a la madre desbordada con dos c...

Subjetividades

Estoy mirando mi celular a las cuatro y treinta y seis de la mañana. Ya no hay notificaciones. No hay noticias. No hay elecciones en ningún país vecino. A nadie cancelaron a esta hora. Y acá, en el medio de esta habitación, en el medio de este silencio, creció una pregunta en mi cerebro: ¿Por qué escribo? Y no lo sé.  Lo que sé es que quiero escribir una obra literaria de trascendencia, pero no quiero respirar más ni levantarme de la cama. Estoy enfermo, asqueado. Soy un animal de respuesta, activo el movimiento cuando suena el timbre. Uso mi fuerza de trabajo, el músculo, la sangre, el hueso. Salto de mi silla, corro al trabajo. ¿Cómo puedo escribir si no soy libre?  ¿O debo escribir porque no soy libre? ¿Lo que me encierra es mi motivo para escribir? Estoy en mi límite. No busco la estética, la gracia inabarcable de un párrafo definitivo. Yo quiero saber por qué mierda escribo. Los pasillos y las jaulas, las cárceles de palabras, el silencio, la fiebre, las sillas empapadas....