Minotauro Laberinto
Vuelve el minotauro a su laberinto. Noche de pájaros despiertos, las luces inmensas ya no les permiten dormir. Migran hacía mi ventana los recuerdos de un rostro joven y dulce que ya no poseo, transcurrí mi vida con pesar, con profunda tristeza y quietud. Hoy pensé en el cuerpo de mi padre muerto en el suelo del comedor de su casa. Recuerdo lo último que le dije cuando todavía no quería creer lo que estaba pasando: Dejate de joder, no te mueras. No me escuchó. Se murió igual. Fue enterrado un día nublado, a la vista de pocos. Sin discursos. Un cajón de madera cerrado. Eso fue todo. Las cosas son como son. Me duele la cabeza, siento que se está por desprender. Los demás parecen haber entendido el chiste, yo pienso y eso no es precisamente algo bueno. Por más largo y ancho que sea el dolor, jamás la felicidad se posa por más de unos instantes sobre mí. Creo que es mejor pensarlo de esa manera y buscar el goce de lo breve, por sobre la búsqueda de algo eterno. Camino y pienso en círculos. A veces creo que si tuviese habilidades tales como resolver acertijos podría trasladar la mecánica propia del ejercicio a fin de desarticular, ordenar y resolver los pensamientos de mi mente. La mayoría de las veces me río de mi inocencia. Muchas veces me enfrento a una imagen mía que detesto. Algunas veces la nostalgia me pesa en el cuerpo de formas que preferiría no habitarlo. Me digo Basta Lucas. Intento regresar. A veces es complicado. Quiero comprar libretas para anotar mi día a día. Siento que cuando sea mayor me lo voy a agradecer. La librería abre el lunes a las 9 de la mañana. Hasta entonces trataré de no hacer nada que pueda olvidar.