4.
Mis parpados irán quedándose quietos, serán lentos, hasta no ser más que ausencia. Los ojos serán reflejos vacíos, sin recordarte cómo eran, tampoco te mirarán aunque eso parezca. Las manos serán de barro o de viento, los brazos perderán paulatinamente el movimiento. Los pasos serán calmos hasta no ser más que un murmullo, que de tan lejano, estará muerto. La voz se habrá perdido para entonces. Se habrá desgastado de repetir y repetir cientos, miles y millones de palabras. No habrá canto, no habrá leña, no habrá sangre. Entonces, en la hora más oscura, estaré muerto. Muerto hasta respirar de nuevo. Solamente hace falta respirar de nuevo.